Letras inútiles, confusas, desorientadas, puercas, escandalosas... necesarias

OrquideAlucinadA

mis pruebas

(bolsillo/mis pruebas)

Ejemplo de Tabbox

Poesía

Nocturno IV

La noche se abulta suavemente
como abulta sus sábanas
aquel que yace su plácido desvelo.

Una dulce modorra
dulce y tibia como una lengua amante
empapa la piel asfáltica y brillante
de la ciudad latente y subterránea

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Prosa

El cangrejal de Fabio

(de conversas con el amigo Fabio Morasso, que se fue queriendo)

La vida nos arroja al azar a un mundo muchas veces hostil. Algunos caen y brotan en ambientes favorables, otros caemos desnudos e inermes en un cangrejal (pobres cangrejos), del que no sabemos nada ni queremos saber, un mundo que nos es completamente ajeno porque nuestro mundo interior nos dice que pertenecemos a otro totalmente distinto.

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Humor

Animaladas II


En un misterioso predio
De La Rioja, en plena coche,
sin alcohol y sin soroche,
un susto me partió al medio
sacudiéndome de un tedio
que derivaba en bajón.
Detrás de oscuro telón
de terrorífica urdimbre,
me estremeció como a mimbre
el terrible lobizón.

DHB

Nubes a cuerda

El vals de las conciencias globulares

Salto al pelotero cósmico y brillante
de las leves conciencias globulares
miles de esferas transparentes
blandas
que rebotan con movimientos suaves

dentro de cada una
ojos manos orejas expectantes
se divierten saltando por el aire

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Ocaso aplacó tus vapores agresivos
y una brisa a contramano
no alcanza a rizar tu epidermis aceitosa
cuyas lácteas lunecencias
ondulan, como boas ancestrales,
hacia un remoto origen de yemas optimistas.

Cinta de luto, aún más anochecida,
con una hebilla de plata que trae del recuerdo
orillas frescas y juncos estremecidos.

¡Pobrecito animal manso y apaleado!
En tu agónico reptar de pluviales movimientos
aún persiste la memoria del vergel y los jazmines.
Esta noche olvidás la ofensa suburbana
y brillás,
generosa guirnalda que se tiende

desde mi desazón al ojo ebúrneo
que nos mira discurrir conjuntamente
en un intento terco y obcecado
de mantener el cauce y la mirada.

Desde el puente,
tus reflejos de ameba iridiscente
estallan calmos, me dilatan, me contraen,
en un musical silencio de latidos apagados.

¡Contagiame la gracia
que, aún en los estertores subcutáneos de tu muerte,
le gritás a las ruinas fabriles de tu vera,
que, atónitas,
en su limbo lunar de grúas oxidadas,
no entienden (pobreza mineral)
que en tu lecho de barros venenosos
subyace el germen resistivo de tu vida!